La interpretación de un personaje puede tornarse compleja, pero en realidad el proceso es muy simple. Si analizamos la capacidad inherente del ser humano de representar situaciones, sentimientos y de camuflajear su realidad emocional y corporal podemos llegar a la conclusión que todos somos potencialmente actores.
La diferencia entre nosotros actores de nuestra vida y la interpretación de un personaje es que al representar a un personaje ya el proceso no se da de forma inconsciente, sino dirigida. Ya no estaríamos racionando a estímulos inesperados, por el contrario manejaríamos toda una gama de información histórica, objetivos, marcaciones, situaciones y estímulos que entre todos determinarían el comportamiento de nuestro personaje.
El texto dramático generalmente aporta información valiosa, tanto a directores como actores, para dar forma a los personajes y situaciones de una obra. Al leer un texto y analizar un personaje lo primero a indagar son las características físicas y emocionales que se develan a través de los parlamentos. De ahí que al estudiar un personaje nos preguntemos: ¿Quién es?, ¿Cómo es?, ¿Dónde está?,¿Qué quiere? y ¿Por qué?.
La respuesta a estas interrogantes nos darán un primer acercamiento a la imagen y el comportamiento del personaje plasmada por el dramaturco. Luego combinar estos datos con los requerimientos del director y nuestra propuesta.
Representar a un personaje no es más que prestar nuestro organismo a un ser esbozado en un texto. Debemos darle vida y eso se logra por la sumatoria de pequeños momentos consecutivos que en total muestran situaciones de la sociedad.
Fuente: Texto: Mena Orta, María Elena, Introducción a la Actuacción, Material del curso de História del Teatro, 2004.
Imagen: 14 de febrero de 2011, Bellas Artes SWINGALIA.com, http://www.swingalia.com/img/historia-de-la-pantomima.jpg
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